Ella
- 22 sept 2019
- 1 Min. de lectura

Y ella a pesar de su dolor sonreía, y andaba por la calle con la cabeza erguida y los ojos llenos de recuerdos.
Y a pesar de que la vida le pesaba y sus pensamientos seguían siendo tristes, ella buscaba la manera de ser feliz, de reencontrarse, de reinventarse.
A veces ella sentía que no podría, que sus fuerzas no eran suficientes, que ocuparía más tiempo y más paciencia para poder levantarse, y lo fue logrando con el tiempo.
A veces lloraba en silencio, a veces solo se refugiaba en la música suave o en un buen libro, otros días escribía para desahogarse.
Y así siguió, asombrándose de todo lo que Dios hacía por ella y los caminos que se iban abriendo al compás de su fe. Ella sabía que todo cambiaría y que los días por venir serían mucho mejores.
Y en eso se refugiaba, y en eso descansaba, ella sabía que su vida era maravillosa y que era una mujer bendecida. Al principio le daba miedo la soledad o no tener a mucha gente junto a ella, pero después entendió que no era la gente, sino ella misma, y aprendió a ser su mejor amiga.
Y así pasó el tiempo, y su sonrisa no era la misma pero seguía estando en su alma y su rostro, y fue feliz.
Marcia Orozco S.
Comentarios