Carta a la tristeza
- 25 oct 2019
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Decidí dedicarte unas líneas, dicen que todo lo que se escribe permanece con el tiempo, y ese es mi objetivo, que no haya nada que lo borre, ni el sol, ni el viento, ni la lluvia, porque lo que escribimos con el corazón es como tinta indeleble.
Nos hicimos amigas indudablemente, en algunas épocas inseparables y en otras éramos completas desconocidas. Siempre permanecimos cómplices una de la otra, fuiste y has sido mi mejor maestra, porque si no fuera por ti, mi fuerza no existiría.
Me has mostrado la aridez del camino y a la vez sus maravillosos momentos. De no ser por ti me aburriría de tedio, porque sea como sea cada vez que me visitaste me hiciste cambiar de perspectiva, me has demostrado que cuando más oscuro se pone es porque pronto va a amanecer.
Tus lecciones nunca me las explicaste, solo me las mostraste, un día me dijiste que era yo quien debía decidir si seguía por la misma ruta obteniendo los mismos resultados, o cruzar la acera aunque en el intento me atropellara un carro.
Hiciste que entendiera que sin ti no sabría valorar la felicidad y los momentos mágicos, que sin ti no habría atardeceres de ensueño en mi alma ni amaneceres esperanzadores en mi corazón.
Tuviste la paciencia de enseñarme cómo fabricarme mi propio ramo de flores, aprendí que no debía esperarlo de nadie, que lo mejor era buscar cómo combinar los colores y los aromas, y a pesar del aguacero y la tormenta, aprendí a hacerme mi propio buqué.
A ti, si a ti, te debo la vida, porque un día quise acabar con ella y tuviste la sabiduría de llevarme a recorrer todo aquello que había logrado estando viva y decidí permanecer, decidí no caer, decidí seguir viviendo porque me prometiste grandes recompensas.
Hoy te agradezco tu existencia, tu carácter imponente y tus arrebatos, sin ellos no sería la mujer valiente que soy, tu eres más que una amiga, eres una hermana, porque entendí que siempre estarás presente con el único objetivo de hacerme intensamente feliz.
Marcia Orozco.
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