top of page

Cuanto estas dispuesto a aguantar.

Una mañana soleada una niña se encontró con Perezoso, un perro que estaba sentado en medio de un camino y no paraba de gruñir y de quejarse. -¿Qué te pasa? ¿Estás enfermo? -le preguntó dulcemente. El animal negó con la cabeza. Y al hacerlo, la chica se dio cuenta de que los ojos de Perezoso estaban bañados en lágrimas. Su mirada reflejaba cierta angustia y tristeza. De ahí que la niña, movida por sus buenas intenciones, insistiera: -¿Quieres que te lleve al veterinario? Haciendo caso omiso a su generosa invitación, Perezoso no dijo nada. Tan solo emitió un débil gemido. Era evidente que aquel perro estaba sufriendo. Tras unos segundos en silencio, la niña empezó a inquietarse, juzgando en su fuero interno la postura indolente adoptada por aquel animal. Y poco después, descubrió que Perezoso estaba sentado sobre un clavo oxidado. -¿Acaso no te has dado cuenta de que estás sentado sobre un clavo? -exclamó sorprendida. Y añadió-: ¡Cuánto más tiempo tardes en sacártelo, más te dolerá la herida! Por más que la niña tratara de ayudarle, no hubo manera. Perezoso seguía sentado sobre el clavo, emitiendo de forma intermitente un llanto cargado de dolor y resignación. Y lo cierto es que su actitud impacientó tanto a la niña, que llegó incluso a intentar levantarlo del suelo. Al no conseguir moverlo ni siquiera un centímetro, la niña le preguntó enfadada: -¡Maldita sea! ¿Por qué diablos sigues sentado sobre un clavo oxidado? Cansado de escuchar sus gritos, finalmente Perezoso le contestó con voz quejosa: -Porque no me duele tanto como para hacer el esfuerzo de levantarme.

La pereza nos aleja del momento presente, así que hoy me gustaría que  nos auto

respondiéramos con total sinceridad a la siguiente pregunta: 

¿A qué no te estás atreviendo por miedo?



 
 
 

Comentarios


© 2023 por PEQUEÑA MARCA. Creado con Wix.com

bottom of page