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Julie... A la cama!

  • 4 abr 2020
  • 5 Min. de lectura

A veces es bueno recordar para continuar. Recordar lo que fue, lo que fuimos y con quien lo fuimos, ayuda a comprender casi todo lo que sucede en nuestra vida hoy y para ser honesta, no le hace daño a nadie. Es bueno sobre todo cuando no es para quedarnos estancados, sufriendo viejas calamidades o culpas escondidas en la memoria. Estudiar que nos trajo aquí, como si viésemos una película desde la primera fila del cine es una propuesta sana e inteligente, útil para entendernos mejor y de ahí pensar en lo que sigue.. planear lo que seré y lo que haré puesto que la única constante en la evolución es el cambio.

¿Pero qué recordé hoy? Recordé a una niña a la que le encantaba hacer travesuras sin mala intención, aunque algún hermano por ahí diga que era para molestarlo a él, jejé, eso me recuerda también aquel dicho en inglés : "It takes two to Tango". Pero eso ya es otro tema. El asunto es que me encantaba probar a hacer cosas, claros experimentos científicos como prender el carro estacionado de Papi ( que curiosamente dejaba con las llaves puestas) o darle a mi hermana el Tequila de Mami para ver como se comportaba después de una copitas, quitarles la calentura a todos los amigos del barrrio con las pastillas que había en el botiquín, por cierto que se veían preciosas en un circulito divino que tenía fechas y flechas ( jeje eso me hace recordar al Pediatra, que se rió a carcajadas explicándole a Mami que nadie iba a quedar esterilizado de por vida). Hacía diversos tés o brebajes de tréboles de cuatro hojas o amapola que no solo compartía, sino que bebía, en fin la lista es enorme, hice miles de cosas todas con tremendos resultados. El único del que aún me acuerdo y que tuvo el mejor impacto, fue el castigo de mi Mamá. Doña Mercedes era genial en el tema.. me mandaba al cuarto. Pero, no solo al cuarto sino al cuarto subida en la cama. ¡Por Dios! Para una niña traviesa, amante de los cromos y los jackses, que además tenía un verdadero fuego interno por hacer cosas, porque le pasaran cosas, era una tortura..

Puede parecer un poco bizarro, pero hoy veo la relación, así, clarititica con la circunstancia actual. Pareciera que la vida me mandó y digo mandó porque no puedo hablar por los demás, al cuarto y bien subida a la cama para algo aún mas importante que incluía el castigo de Mami: "Cuando piense, hablamos". ¿Pero, que hice? Bueno eso es lo que tengo que pensar, meditar y tratar de comprender.

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Pensar sobre la cama tenía también resultados, en perspectiva todos positivos... el primero es que me ponía a salvo de las amenazas de mi otro hermano quien no dejaba de advertirme lo que me iba a pasar mañana cuando nos quitaran el castigo, por otro lado en eso de pensar y pensar empezaba a oír los pajaritos que cantaban afuera, hacía recuentos del experimento pensando en qué sería lo que había salido mal, a veces conversaba con mi Angel de la Guarda a quien Mami sabiamente había puesto, a lo mejor más para que me protegiera de mí misma, que él a mí y colgaba en un cuadrito precioso, de la pared, al lado de mi cama. Una que otra vez, inventaba aún mejores experimentos y hasta aprendí a tirar bien largo las sábanas de la cama, a manera de tobogán, para poder saltarme los sapos que vivían debajo y me podían morder los pies. Ajá!, no todo era pérdida sobre la cama. Nunca supe el impacto tan beneficioso que tuvo en mi vida esa forma de Mami de ponerme fuera del juego hasta ahora.

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Viendo las cosas en perspectiva, a lo mejor de eso se trata la vida, hacer experimentos vitales y constantemente retirarse en cuarentena para evaluar los resultados nefastos, los que sirvieron poco y los buenos, sin hacerse un "harakiri" con la culpa; aprender las buenas lecciones que nos da la vida y empezar de nuevo, ahora mejor, ahora creciendo. El ejercicio debe tener sus pasos, algunos similares a los de mi reclusión de niña claro. Empezar por ver que la abundancia afuera es una realidad, que siempre sale el sol por las mañanas, que llueve y todo vuelve a ser verde y que después del invierno se hace verano. Que todo es cuestión de ciclos, que el Mundo, el Universo va a continuar con su inmensidad, sin detenerse, protegiendo así a los más indefensos, las plantas, los bosques, los animales, los ríos, los ecosistemas y el aire, todo tan necesario para la vida, la tuya e incluso la mía. Rezar, conectarse con lo supremo, aquellos seres que nos cuidan, nos guían y nos protegen con el verdadero amor incondicional pues saben que de nada valen los esfuerzos mas grandes, los estudios, los conocimientos si no están asociados a lo verdadero, hacer y hacerme el bien. Que los negocios, la política la economía, las estrategias mundiales pierden cuando se

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apalancan y fundamentan con ardides y argucias, pues no logran ver lo más importante, la meta humano, la de la gente y su bienestar. Que el Estado y la Iglesia que no se alineen con ese bienestar y dejen de lado el crecimiento espiritual aunado al crecimiento económico de el grupo que representan se vuelven inoperantes y conducen a su propia extinción, como representantes del grupo y a la postre hasta de sí mismos. Y que eso, no tiene nada que ver con religión, etnia, nacionalidad o color de piel. Todos somos espirituales, todos estamos hechos de la misma energía y por esa misma energía. Que de lo que estamos hechos no tiene absolutamente nada que ver con el físico, con las capacidades intelectuales o motoras . Así que podemos conectarnos cuando queramos con esta esencia y sin pedir permiso. Una tercera cosa, protegerse, tener los ojos bien abiertos, mirar todos los frentes, con cautela y sin miedo, con valentía asumir la responsabilidad que nos compete, que nos toca para hacer lo que debemos hacer. Nadie es responsable de nosotros, ni Dios, ni el país, ni la familia, nosotros somos los responsables de velar por nosotros mismos, darnos seguridad para hacer aquello que creemos es lo correcto siempre y cuando no dañemos a los demás, al menos de manera consciente. Basta ver lo que está pasando, de poco puede servirnos ahora pedir al gobierno que me ayude con mi economía, no solo porque no puede sino porque no sabe como, está igual que yo, castigado, haciendo lo que no hacía antes, gobernar para el pueblo y eso en el mejor de los casos. Y es que en el sector público están igual pues no son distintos, de qué le servirá en este momento a los diputados la política, a los presidentes la posibilidad de una reelección y a los empleados públicos las convenciones colectivas... me atrevo a pensar sin temor a equivocarme que en este momento... de poco o nada.

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¿Podremos? ¿Cómo saberlo ahora? Pero esto si que es un nuevo experimento, elevarnos, cuerpo, mente y espíritu sobre esta situación, cada uno, ahí en esta cuarentena, porque juntos es que como pensamiento y corazón hacemos la diferencia, juntos tirando de esta cuerda. No solo por nosotros, sino porque estamos en un momento de cambio, el cambio es ahora y para lograrlo tenemos que pensar en todas las implicaciones de cada paso sin olvidar al otro, todos los que caminan o no a mi lado. El otro depende de mí claro, pero yo estoy igual. Ahora sí, no importa quien estudió más, quien sabe más, quien gana más, en esta situación todos somos iguales y todos somos responsables. El abuelo del nieto, el nieto del padre y el hijo, otro igual. Esta cuarentena no es un castigo.. es todo lo demás.


 
 
 

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