Mi Despertar, Mi Crecer
- nalmayletras
- 9 nov 2019
- 1 Min. de lectura
Quienes recuerdan cuando éramos niños y vivíamos en un estado de total inocencia, sin preocupaciones, sin ansiedades, en ese lugar en el cual no había juicios y nada comprometía nuestras creencias y pensamientos, solo descubríamos y experimentábamos día a día.
Pues sí, hemos olvidado todo aquello que éramos de pequeños. Donde ni siquiera existía separación entre nosotros y lo de afuera, todo funcionaba perfecto, no había dudas ni necesidades.
Que paso? Simple, para poder sobrevivir lenta y gradualmente nos fuimos identificando con el ego, descubriendo el victimismo, la queja y la necesidad de ser el centro de atención. Nos convertimos en seres de dudas, de necesidades de pretensiones y sobre todo faltos de amor.
En aquellos momentos de la vida, era casi imposible reconocer que todo lo que necesitábamos para ser felices estaba en nuestro interior.
Qué hacer? Pues para iniciar, empecemos por mirarnos en el espejo y darnos cuenta de que el verdadero problema de nuestra vida es provocado por nosotros mismos. Si pudiéramos vernos como el “ombligo” del mundo para poder prestar atención y reconocer que este vivir está lleno de posibilidades y oportunidades, entonces, podríamos dar ese primer paso para sanar y transformar las heridas de nuestra infancia. Ese sería el maravilloso inicio para poder despertar y volver a esa esencia de vida de la cual fuimos formados.
Ahora les pregunto. Podemos reconocer en nosotros heridas que necesitamos transformar?
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